


Si por algo se precia el verano es que siempre, siempre, hay una canción del verano. Esa horrible melodía que se te mete dentro de la sesera y que no hay forma de sacarla de allí. A falta de Georgie Dann y su barbacoa o de King África y su booooooomba, este año la estrella han sido los culos aburríos de Desigual.
Aún recuerdo la primera vez que escuché la cancioncita de marras. Estaba concentrada cocinando cuando de pronto un culo “aburrío” me sacó de mi abstracción. Dejé las albóndigas con tomate en el fuego, que dicho de paso las salpicaduras de tomate me pusieron la cocina hecha un cristo, para plantarme delante de la tele sin poder creer lo que mis ojos veían (culos por doquier) y mis orejitas, escuchaban (culos y más culos).
Tu culo está aburríoo. Tu culo está aburríooo. Mira qué divertidos, están los culos de estos tíos.
Desde entonces el profundo mensaje del spot me acompaña y sin duda se ha convertido en una frase lapidaria en mi día a día, al mas puro estilo “Carpe Diem”, “Alea iacta est” o mi favorita de todos los tiempos “A tomar por culo” (¡anda, otro culo más!).
El semestre pasado hice lo que en mis tiempos se llamaba pasear la carpeta por el instituto, es decir, no pegar palo al agua. Se suponía que habría cambios en la empresa y no quise embarcarme con asignaturas que pudieran distraerme del trabajo. Finalmente, ni cambios, ni estudios. Vamos que me toqué las narices a dos manos. Y llegó un momento en que mi culo también estaba “aburrío” de no hacer nada, asi que a la espera del inicio de la facultad (eso da para otro post enterito, o mejor dicho una saga de terror completa), decidí embarcarme en algunos cursos y másteres a los que les había echado el ojo.
No recuerdo si os he contado que en el futuro me gustaría dedicarme a trabajar con personas que tienen problemillas con su peso. Si no lo había hecho, ya tenéis la exclusiva. Quizás ser una superbuenorra de horma ancha durante los últimos años (no os creáis que siempre estuve tan buena, en mi pasado fui del montón talla 40 y hasta 36), me ha hecho entender los problemas, a los que tanto la sociedad como nosotros mismos, nos tenemos que enfrentar. Y la conclusión es que no siempre es fácil vivir siendo tan sexis y salir a la calle luciendo palmito con el terrible peso de que nos duela la cara de ser tan guapos…
Pero ahora me pongo seria para denunciar lo duro que es vivir en una sociedad en la que no se valora a la gente por su valía sino por la talla que usa. Donde el insulto fácil es llamar a alguien vaca o anoréxica, sin pararse a pensar en las batallas que esa persona puede estar librando o en el daño que esos comentarios mal intencionados pueden provocar. Es terrible ver como la anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón o la obesidad pueden destrozar la vida de jóvenes y adulto, y cómo la sociedad fomenta este tipo de comportamientos presentando como normal modelos famélicas o tallas de ropa que a la Barbie le quedan pequeñas. Me indigna ver como un adolescente de 15 o 16 años tira su vida por la borda, poniendo en riesgo su integridad física, a la vez que pierde su juventud, entrando y saliendo de clínicas, psicólogos o psiquiatras. Pero también me indigna el sufrimiento de aquellos que fracasan dieta tras dieta en su intento de perder de peso y encima tienen que vivir con el estigma social de ser unos vagos y unos holgazanes que están gordos porque les falta fuerza de voluntad. No se quién fue el listo que se inventó la frase “más zapato y menos plato”, pero sin duda, merece que le arreen con el plato en la cabeza y con el zapato en el trasero. Si el problema fuese tan simple que pudiera reducirse a comer menos y hacer más ejercicio, ya os digo yo que no habría tanta gente sufriendo.
Y a eso me he dedicado los últimos meses y me dedicaré los siguientes, así que ya sabéis que mi culo no ta´ burrío.
Una de tus mejores entradas. Me ha encantado.
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Gracias!!!!
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